Nuevo Euskadi

“No nos conformamos con que la humanidad esté perdida”

Eva Sánchez, utopía en la sonrisa de una cooperante

Aitor Arjol / Bilbao / Diciembre 2007

Eva Sánchez tiene 36 años y es natural de Bilbao. A pesar de su juventud atesora ya una dilatada experiencia profesional y humana en el ámbito de la cooperación internacional. Su última gesta ha sido haber trabajado como cooperante durante tres años y tres meses en Bolivia y Honduras. Después de cursar un master de Cooperación Internacional Descentralizada en la Universidad del País Vasco, en 2002, optó por las Becas de Naciones Unidas promovidas por el Gobierno Vasco. a comienzos de 2004, partió a Bolivia, donde estuvo dos años medio, y después en Honduras, los ocho meses restantes. Eva, regresó en septiembre de 2007 y actualmente es Delegada de Ayuda en Acción en el País Vasco, desde cuyas oficinas, comienza a tejer una nueva etapa en su vida, cerca de su familia y amigos, pero con el recuerdo de Latinoamérica siempre presente en su sonrisa.
NE: ¿Qué es lo que más te impactó en la etapa de tu vida en Latinoamérica?

E: Bolivia es un país que me impactó muchísimo. No elegí el destino, pero debido a la cercanía cultural me decanté por Latinoamérica. El hecho fortuito es que mi perfil encajara para un puesto que salió en Bolivia. Carecía de referencias y no tenía expectativas, porque no sabía dónde iba. Bolivia me sorprendió muy gratamente. Es un país que al principio casi nadie lo puede ubicar en el mapa, pero resultó un país fascinante.

NE: ¿Dejaste muchas cosas atrás cuando te fuiste a Bolivia?

E: Lo cierto es que cuando me fui no dejé nada atrás, porque siempre pensé que podía regresar. Fue una emigración elegida, no por motivos políticos. Tuve la oportunidad de elegir, y pensé: “vaya bien o vaya mal siempre tengo la posibilidad de retornar”. Eso te abre una vía, otra esperanza.

NE: ¿Merece la pena un compromiso tan fuerte y asumir semejantes retos justo cuando la sociedad opera en sentido contrario?

E: Sí. Lo cierto es que tiene un punto de locura, pero también de sensatez. Fue una decisión pensada y el momento, ¿era o no el óptimo? No lo sé. Nunca lo sabré. A mí me ha resultado positivo.

NE: ¿También tuvo que ver la búsqueda de un mejor horizonte profesional?

E: En efecto. Aquí estaba con unas condiciones que no eran para nada las deseables.

NE: ¿La vida al revés, o los reveses de la vida te llevaron a elegir este camino?

E: Más bien lo segundo. Trabajar en lo que te gusta es una suerte, pero además, una pasión, una forma de vida. Estoy contenta, como persona, como mujer, como ser humano, como un todo, por desarrollar una actividad de esta naturaleza.

NE: ¿Volverás?

E: Sí. Estoy segura. Tengo muy buenos vínculos y no sólo con los países donde he estado, sino también con las personas.

NE: ¿Cómo puede caber más de un continente en el corazón? ¿Lo vives a diario?

E: Pues sí. No me restrinjo a estar sola en el País Vasco. En estos momentos puedo situarme en África, donde tengo compañeros trabajando en Burundi. En Bolivia, fragmentada con un montón de gente. En Honduras, de donde acabo de recibir el mail, de una compañera que era mi jefa y ahora una de mis grandes amigas. Continuamente me llegan noticias de todas partes y eso es lo hermoso, que se acuerden de ti y hayas pasado por la vida de algunas personas dejando huella.

NE: ¿Conocer y vivir la realidad de los países del sur, como uno más, ha cambiado tu forma de interpretar la realidad?

E: Sí. Pero creo que he cambiado yo como persona. La forma de ver la realidad tiene que ver con esa transformación. Cuando te vas a un país, al final sigues siendo extranjero y hay que aprender a vivir.

NE: Ahora bien ¿cómo crees que percibimos, que vengan gentes de otras culturas, a nuestro país, justo cuando en momentos recientes también hemos sido emigrantes, incluso dentro del territorio nacional?

E: Me preocupa que no lo sepamos aceptar y que no tengamos una visión más abierta. Debería haber entendimiento y respeto. Es más, que lleguen de fuera lo tomamos como una problemática y no como una ocasión,

NE: ¿Qué es lo que hace tan especiales a los profesionales de la cooperación?

E: Al final es un poco de utopía. Te encuentras con almas por el mundo y sientes que no eres la única utópica. Hay más gente de la que pensamos, con similar arranque y fuerza. Creo que somos personas que no nos conformamos con que la humanidad esté perdida. Al contrario, no dejamos que nos gane esa sensación. Tenemos la esperanza, la fuerza, la pasión, para decir “tenemos que hacer algo”.

Las frases
“Los problemas de Latinoamérica también los tenemos aquí”
“Ser cooperante tiene un punto de locura pero también de sensatez”